Estimad@ lector@
Los continuos mensajes por parte de los bancos centrales de endurecimiento de las políticas monetarias han tenido tres efectos negativos sobre los mercados. En primer lugar, la rentabilidad de los bonos a 10 años ha alcanzado los niveles más altos en una década. En segundo lugar, ha aumentado el nivel de pesimismo de los inversores. Y, por último, han empeorado las perspectivas económicas a nivel global para el 2022 y 2023, con rebajas en las previsiones de crecimiento del PIB.
A pesar de esto, la actividad económica en EEUU se está mostrando más resistente de lo esperado, en especial el empleo y el sector servicios, que siguen mostrando una gran fortaleza, aunque se aprecian signos de debilidad en la actividad manufacturera. Esto hace que los inversores sigan teniendo dudas sobre el nivel al que subirán los tipos de interés. Dos factores más han contribuido a que septiembre fuera un mes muy negativo: las amenazas nucleares de Rusia y la fuerte caída de los bonos y la moneda de Reino Unido, que obligó a la intervención de urgencia del Banco de Inglaterra para evitar situaciones de pánico en los mercados de capitales ingleses.
Estas caídas durante el mes de septiembre han ayudado a que 2022 esté siendo uno de los peores años en décadas, tanto para la renta fija como para la renta variable. En especial, para los valores de pequeña y mediana capitalización, que cotizan a valoraciones cercanas a los mínimos de anteriores mercados bajistas, y para la renta fija gubernamental a largo plazo, con caídas cercanas al 20%.
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