La planificación financiera es el proceso a través del cuál se elabora un plan para utilizar los recursos económicos que tenemos a nuestra disposición de una manera eficiente, permitiendo que alcancemos unos ciertos objetivos, señalados antes de comenzar dicho proceso. Se puede aplicar tanto a empresas, como individuos o familias, y es realmente útil para llegar a fin de mes con una situación financiera positiva.
Se trata de una herramienta muy útil para aprovechar de la mejor manera posible los ingresos que se obtienen de la actividad profesional. Es especialmente importante en un momento como el actual, en el que nos encontramos en una crisis cuyos efectos durarán años, según apuntan los expertos.
Con este proceso, lograremos conocer dónde va a parar realmente nuestro dinero; cuántos de estos gastos son realmente imprescindibles y cuántos podemos reducir o eliminar; obtendremos mayor tranquilidad por tener nuestras finanzas bajo control; y eliminaremos, o reduciremos al menos, la necesidad de acudir a créditos de cualquier tipo, entre otros beneficios.
En primer lugar, deberemos establecer nuestros objetivos. De esta manera, sabremos a qué estamos apuntando, cuánto dinero debemos ahorrar o qué gastos son más importantes para ello. Por ejemplo, nuestro objetivo puede ser ahorrar para poder comprar algo que consideremos importante, o para darnos un capricho, o quizá reducir nuestros gastos en general.
Una vez sepamos dónde está nuestra meta con esta planificación familiar, hemos de establecer los plazos para ello. Así, no será igual si deseamos ahorrar un total de 1.000 euros en diez meses que en cinco, puesto que obviamente en el último caso deberemos ahorrar el doble por cada mes para alcanzar el objetivo.
Con estos dos pasos cumplidos, es el momento de elaborar nuestro presupuesto. Debemos tener claro cuáles son nuestros ingresos mensuales después de impuestos. De esa cantidad, deberemos ir restando los gastos mensuales que tengamos, hasta obtener la cantidad que ahorraríamos de ser así. Dentro de estos desembolsos, habrá algunos necesarios (como la luz, el agua, el alquiler o la hipoteca, etc.) y otros que lo serán menos, o que directamente serán innecesarios.
Pese a la existencia de estos últimos, es posible que nuestra cuenta nos de un resultado favorable, que nos permita alcanzar nuestro objetivo en el plazo marcado. Sin embargo, es poco habitual, ya que esos gastos innecesarios suelen ir diluyendo poco a poco el dinero, reduciendo enormemente la cantidad que destinamos al ahorro.
En este caso, lo primero será identificar esos gastos innecesarios. Esto depende de cada consumidor. Un ejemplo puede ser en la compra de alimentos, donde es habitual que introduzcamos algún producto por simple capricho. Si deseamos ahorrar, eliminar estos elementos será muy provechoso para alcanzar nuestros objetivos. También suele escaparse dinero en comidas o cenas fuera de casa, ropa, etc.
Tras identificar y eliminar estos gastos innecesarios, buscaremos aquellos que, sin ser realmente indispensables, se han convertido en importantes. Así, optimizaremos nuestro presupuesto. Por ejemplo, los servicios de contenidos en streaming por suscripción. Es cierto que son útiles para el entretenimiento, pero estar suscrito a todas las plataformas de contenido audiovisual es excesivo, sobre todo si se desea ahorrar.
Asimismo, es posible optimizar los gastos indispensables. Esto se consigue mediante un uso responsable de estos recursos, que beneficiará no sólo a nuestro bolsillo, sino al medio ambiente también. Así, si reducimos el uso de la calefacción o del aire acondicionado; realizamos duchas rápidas sin excesivo consumo de agua o nos aseguramos de no dejarnos luces encendidas estaremos contribuyendo a reducir nuestras facturas y la contaminación.
El último paso importante es hacer un control y medición del proceso. En esta parte es donde comprobamos si estamos obteniendo los resultados adecuados, si hay alguna parte que se puede optimizar, o si nos está costando implementar la mentalidad de reducción de gastos innecesarios. Es importante ser sinceros en esta parte, sin tratar de justificar esos desembolsos en caprichos o en artículos prescindibles.
Es importante señalar que, en la medida de lo posible, deberíamos disponer de un colchón de seguridad, es decir, si por circunstancias determinadas nuestros ingresos desapareciesen o se viesen seriamente mermados, sería muy tranquilizador disponer de unos ahorros equivalentes, al menos a 5 o 6 mensualidades de la totalidad de los gastos en los que incurrimos cada mes, teniendo así un margen de maniobra para poder solventar la situación sin generar ningún drama en nuestra economía familiar.
Un buen aliado para conseguir nuestros objetivos es la inversión, hacer que nuestro dinero trabaje para nosotros. Podemos ser nosotros mismos quienes gestionemos nuestro capital, o podemos dejar nuestros ahorros en manos de gestores expertos, como los que forman el equipo de Buy & Hold, que suman 80 años de experiencia conjunta acumulada.
Si ponemos en marcha estos pasos y nos mantenemos en esta línea, lograremos alcanzar nuestros objetivos, pero también estaremos más tranquilos con nuestra situación financiera, al tiempo que desarrollaremos una mayor capacidad de control sobre esta y sobre nuestros propios impulsos.
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