La jornada laboral doméstica de doce horas al día no es raro entre las niñas de 6 a 15 años en Rimkieta. Cuando la gente amanece a las 6.00 de la mañana, ellas ya han ido al pozo a por agua, han barrido la casa, han ido al mercado y han bañado al bebe de la casa.
Las niñas de las familias rurales y pobres están sometidas a una explotación laboral doméstica que les ocupa todo el día y no les deja tiempo para acudir a la escuela a aprender a leer o a escribir.
Sus familias las envían a la ciudad a trabajar en casa de algún familiar o conocido de la familia para obtener otro sustento económico. En ninguno de los casos tienen acceso a la escuela por falta de tiempo y por falta de medios económicos.
Con el paso de los años, estas mujeres se ven con veinte años sin saber leer ni escribir y solo pudiéndose dedicar a tareas del hogar sin poder acceder a otras carreras profesionales.
Algunas de estas historias cambian milagrosamente gracias al proyecto de educación FAR, que puso en marcha hace unos años y que ya ha acogido a 103 niñas, que han conseguido acceder a la escuela. Este es el caso de Lorantine, una niña de 9 años de una familia con muchas dificultades económicas: madre viuda con cinco hijos, el mayor de 11 y el pequeño de 3. Su día a día era hacer todas las tareas de la casa y del cuidado de sus hermanos pequeños. Tras repetidos encuentros entre voluntarios de Rimkieta y la madre, consiguieron que le librase de algunos de los deberes para que pudiese acudir a la FAR. Ahora, un año después y con ayuda económica de Amigos de Rimkieta, Lorantine acude al colegio todos los días.
El objetivo de este proyecto es dar una oportunidad laboral a las niñas que se dedican desde pequeñas y por obligación a su casa. Amigos de Rimkieta, junto a la Fundación de Mujeres por África, lucha para que ningún niño de uno de los barrios más pobres del mundo se quede sin educación, sin leer o escribir para que después puedan acceder a un oficio o, incluso, optar a hacer una ingeniería.